Tejer con tus manos, realmente eso es el macramé, su procedencia es árabe que fueron los que lo trajeron a Europa. Makrama es el término turco, que nos acerca a este arte artesano.
El macramé te permite sentir cada paso con tus manos. Sentir cada fibra , acariciar cada diseño y poder dar con la mano artesana, diseños irrepetibles y curiosos, según la firmeza de las manos que lo elaboran y lo disfrutan. Las manos del artesano del macramé, están curtidas, con huellas de las fibras con las que trabaja.
Este arte se elabora con distintas fibras, yute con ese toque rudo y firme, algodón con esa suavidad natural, lino con esa frescura, la dulzura y delicadeza de la seda o con fibras sintéticas que hacen igualmente del disfrute de cada nudo, un placer sólo al alcance de los que se animan a ver más allá de los nudos.
La primera vez que entré en contacto con el macramé fue por casualidad, tenía casi 15 años, cuando por cosas del destino, caí en una clase de manualidades, en la que su profesora, era , sin saberlo una diseñadora de makrama, como pocas he conocido. Irene me contagió su amor por tejer con las manos, tejer nudo a nudo, cada creación de la que me fui enamorando.
Lo primero que hice fue un revistero, con hilo de mezcla algodón y seda, su brillo y color crudo, junto con la madera de la que nacía, lo hizo una pieza única. A ese proyecto, al que le dediqué muchas horas, ya que el grosor del hilo era de 1,5 mm, y parecía no avanzar, fueron metros y metros , ideas e ideas que fui desarrollando.
Me desesperé, me animé, hubieron días que lo abandoné, pero lo terminé con un orgullo curioso, era mi primer pieza, después vinieron otros, un macetero, un tapiz, en el que mezcle grosores, ya que en aquella época tampoco tenía mucho acceso a colores o fibras tan variadas como podemos disfrutar ahora. Y el macramé fue quedando atrás en el tiempo.
La vida fue pasando, y a veces lo recordaba, y pensaba en retomarlo, pero no llegó ese momento hasta hace unos siete años, cuando Hand diy abrió sus puertas y el macramé regresó por la puerta grande.
Fue ver y probar todas las fibras que nos ofrecía y no pude evitar, volver a hacer nudos. Fueron complementos en forma de bisutería, bolsos, tapices en los que se mezclaba el algodón con lana merino peinada, maceteros de pared, hojas, alpargatas de urdimbre, estrellas, espejos, y un largo etc, que me hizo y me hace disfrutar día a día.
Y Patricia, me animó a dar clases, iniciar proyectos para enseñar, y llegó a mi vida en forma de nudo, otra de mis pasiones, enseñar, dar clases y mostrar el entusiasmo que en mi tiene el macramé.
Siempre digo lo mismo, esto es para disfrutar, para diseñar, para relajarnos. Ver lo que nuestras manos y nuestra mente son capaces de hacer.
En el macramé he descubierto que sirve de terapia , de ayuda física para recuperar la fuerza y la habilidad de las manos, ejercitar el cerebro, ver que podemos con lo que nos empeñemos, porque todos somos capaces de aprender y diseñar si algo nos gusta y nos llena.
Con cada nudo alondra solemos empezar nuestra labor, seguimos con un nudo simple, o nudo plano, decora como pocos un nudo cordón, y así más de 50 variaciones, mezclando y variando estos nudos.
La gran pregunta es ¿cuánto tengo que cortar de hilo para hacer mi creación? Y comienzan los cálculos, que siempre digo que se piense bien, es una parte muy importante del diseño, hay que pensarlo y calcularlo.
Hay una reglas generales, pero siempre he pensado que la medida justa es la que se aprende con los años de práctica, siempre puede sobrar, lo guardaremos para hacer otras labores, y cuando nos quedamos cortos…se puede arreglar pero en este caso siempre es mejor que sobre, y que ese diseño al que tanto esfuerzo has dedicado, se luzca como merece.
¿Te animas a probar el macramé? Disfruta, haz , deshaz, crea, diseña, calcula y teje cada nudo con la misma ilusión de la primera vez, es algo muy tuyo y refleja mucho de ti.